martes, 1 de marzo de 2016

Borracha de su sonrisa contagiosa

Pongámonos en situación. Otro día de mierda a la vista. Pasan las horas y te das cuenta que a cada cuál peor. Cuando estás entre gente piensas, pero te distraes. Llegas a casa y rompes. Sales y vuelves a ponerte la advertencia en la frente "no me toques los huevos" y la típica sonrisa de payaso, tan falsa. Se hace la noche y te cruzas con un viejo amigo, es decir, de esos que por ti hacen un jardín de mariposas en tu habitación. De repente te encuentras que no estás solo. Se cambia la rutina de llegar a casa y tirarte horas dando vueltas a la cama como una noria, o mejor dicho a tus pensamientos. Aparece en el momento oportuno esa persona, que ni aposta, te saca la carcajada que ni tú mismo creías que existía. Te sientes tan bien que ni si quiera estás dándole vueltas a lo que te atormenta, simplemente ni te acuerdas. En ese preciso instante, paras de reír pero sin borrar la sonrisa de tu cara rosada, borracha de su risa contagiosa, miras a esa persona tan particular y es cuando te das cuenta de las cosas que de verdad merecen la pena en la vida.

@mayalopz

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